Días 13 y 14: vuelos de regreso

Pues el día de regreso no iba a ser menos y el despertador sonó a las 4’15, ni desayuno ni nada, a las 5 nos recogían; cargamos maletas y en menos de 10 minutos llegamos al Aeropuerto Internacional de Foz do Iguaçu. Facturamos y pasamos el control muy rápido, es un aeropuerto bastante pequeño.

Luego fuimos a desayunar, la mayoría pedimos unos capuchinos, que la verdad estaban muy ricos, mucho mejor que muchas cafeterías.

Nuestro vuelo a Sao Paulo era a las 7’10 y salió en hora, llegando un poco antes las 8’50 que era su hora. La bajada del avión fue super organizada, en grupos de cinco filas y nadie se levantaba, porque el personal del vuelo se ponía de pie a modo de barrera.

Teníamos alrededor de cuatro horas hasta el embarque, dimos un paseo para ver los bares y restaurantes que habían, algunos comimos algo en Pizza Hut, era algo así como un almuerzo, no había mucha hambre, pero apetecía comer algo.

Alrededor de las 12 (unas dos horas antes del vuelo) pusieron la puerta, 241, y sobre 12’30 nos fuimos a buscarla, veíamos el número de la puerta de embarque pero tras una puerta, un poco raro todo, porque no veíamos como acceder.

Al final averiguamos que había que ir a conexiones internacionales, para poder llegar a ella; que es cuando pasamos el control de seguridad y el control de pasaportes. Cuando llegamos a la famosa puerta 241, ya estaban montadas las filas, en un momento comenzó el embarque, que fue muy rápido.

El vuelo salió puntual a su hora las 13’50, la duración debía ser de 10’10 horas, pero el piloto anunció 9’20, que alegría, habíamos ganado casi una hora. Poco más de una hora después de despegar, nos sirvieron la comida, como a la ida, fue la única que nos sirvieron. Finalmente llegamos a las 4’20, bastante antes de su hora que era las 5’00.



Al llegar a Madrid, control de pasaporte, control certificados Covid y control de seguridad, entre unas cosas y otras tardamos una hora en bajar del avión y acercarnos a la puerta de embarque. Sí el vuelo hubiera llegado a su hora, casi ni nos hubiera dado tiempo de desayunar; aquí también pedimos un capuchino, y ya era más normal, malo.

Y ya solo nos quedaba el último vuelo hasta Valencia, que tuvo un embarque muy gracioso, porque todo el pasaje era grupo 5; salimos en hora a las 7’05 y llegamos también en hora a las 8’05. Recogimos nuestras maletas que salieron bien pronto, luego el guardia civil nos preguntó origen y sí teníamos algo que declarar, y fin del viaje. Nos espera nuestro cuñado y aprovechamos para hacernos una foto de grupo con nuestras maletas, todavía nos parecía increíble que después de tantos vuelos no nos hubieran perdido ninguna.


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