Día 12: Cataratas Brasileñas

Último día de viaje y no podía faltar otro madrugón más, el despertador sonó a las 6’20, un poco más tarde que ayer. Duchas rápidas, desayuno, y a las 7’40 nos recogían, hoy nos quedábamos en Brasil, y el trayecto hasta las cataratas serían poco más de 10 minutos.

Al llegar al PARQUE NACIONAL DEL IGUAZÚ, fuimos directos a coger el bus que hay en el parque, cogimos el de las 9’10, la parte de arriba es sin cristales, y la verdad que pasamos algo de frío; subimos por sí se veía algo, pero no mereció la pena.

Bajamos y fuimos haciendo paradas por la ruta, aquí es un paseo en el que te vas desviando un poco de vez en cuando para llegar a los diversos miradores; algunos muy bonitos, desde la parte brasileña es donde se aprecia de verdad la inmensidad de la parte argentina.














Al final de la ruta está la imagen típica de las cataratas, en la que estas encima de ella, es impresionante; imprescindible chubasquero. Decir que nosotros nos lo dejamos en el bus, pero encontramos unas personas que salían y se lo estaban quitando, les pedimos que nos lo pasaran y accedieron encantados. Sin chubasquero es como ducharte. 




Tras esto ya nos reunimos con el guía y finalizó la visita, estaríamos unas dos horas, y lo vimos sin prisa. El guía nos ofreció llevarnos a cada uno de los que íbamos en el bus, a algún sitio para completar la mañana.

Nosotros nos animamos con el helicóptero, fueron 530 R$ por persona (unos 105 €), es bastante dinero, pero mereció la pena; siempre que tenemos oportunidad de viaje en helicóptero nos animamos y nunca nos defrauda, las vistas son únicas.











Tras el paseo esperamos un rato y nos recogió Wilson, previamente habíamos quedado que en vez de llevarnos al hotel, nos dejaran en un centro comercial que estaba cerca, para comer allí. Nos despedimos de Wilson y la verdad que fue emotivo, el chico era súper agradable, y nosotros creo que le tratamos muy bien; durante los viajes, hablamos de muchas cosas de los países, y eso siempre es algo enriquecedor.

En el C.C. Palladium hay una zona de comidas, con todo tipo de variedades, la mayoría nos decantamos por Brasa Burger, y salimos aproximadamente a 30-35 R$ (unos 8 € por persona). Y luego rematamos con unos helados, pero muy normalitos. Regresamos al hotel en taxi, conseguimos uno donde poder ir los seis y nos costó 26 R$ (unos 5 €). Por cierto, en este centro comercial hay una casa de cambio.

Al regresar al hotel jugamos al minigolf y nos echamos unas buenas risas, pero estaba destrozado, tanto los hoyos, como los palos que te dejaban. Y luego nos pusimos manos a la obra con las maletas, la última vez en el viaje.

Como acabamos en un momento, Alfredo y yo nos tomamos una cerveza. Y a las 9 a cenar (previamente habíamos reservado), era buffet pero bastante normalito y caro para lo que ofrecían (90 R$ por persona, que equivale a unos 18 €, bebidas aparte); pero no nos apetecía coger el taxi para volver al centro comercial, o ir a Foz do Iguaçu que estaba casi a media hora.

A las 10 y poco a dormir, mañana tocaba día de vuelos de regreso.

 

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