Día 6: Parque Nacional Tierra del Fuego y navegación Canal Beagle

Hoy tocaba madrugar un poco más, ya que a las 8’20 pasaban a recogernos, el conductor era Lucho, el mismo que nos recogió ayer del aeropuerto, y nuestra guía se llamaba Florencia. En 15 minutos llegamos al Parque Nacional Tierra del Fuego, pero primero teníamos un viaje en tren; Florencia nos dio los billetes y dimos una vuelta por la tienda haciendo tiempo.

El TREN DEL FIN DEL MUNDO, salió a las 9’15, el trayecto son unos 7 kilómetros y se tarda alrededor de una hora, por el camino paró en Estación Macarena unos 15 minutos. Va muy despacito y es un recorrido muy agradable con unos paisajes espectaculares, mientras vas escuchando por los auriculares la historia de los presos y el tren.

Hacia finales del siglo XIX se creó el penal, los prisioneros comenzaron a llegar en 1902, los primeros tuvieron que iniciar la construcción del presidio. En 1908 el tren llevaba a los presos, a lo que hoy es el Parque Nacional Tierra del Fuego, las vías originales pasaban frente al pueblo, y a lo largo de la costa del Canal Beagle se internaban en el bosque más de 15 kilómetros; hoy en día el tren turístico hace los últimos 7 kilómetros del recorrido original. Alrededor de 90 reclusos con los pies encadenados y 30 guardias armados, emprendían viaje hacia el bosque cada día, los presos pasaban todo el día cortando árboles en condiciones extremas, pero según dicen, lo preferían porque era lo más cercano a la libertad. Desde 1994 se ofrece a los turistas la oportunidad de vivir la historia del famoso tren.















Antes de subir al tren te hacen una foto, y la verdad que bastante divertida, así que nos quedamos una para cada unidad familiar; cada foto costó 1.500 $.

Al llegar al final del recorrido nos esperaba Florencia y Lucho, para hacer una pequeña ruta por el PARQUE NACIONAL TIERRA DEL FUEGO. Este es uno de los pocos parques nacionales argentinos con costas marinas, cuenta con picos que se alternan con valles donde hay ríos y lagos originados en glaciares; el parque nacional tiene una superficie de cerca de 70.000 hectáreas, y solamente unas 2.000 están abiertas al público, el resto del parque tiene la categoría de «reserva natural estricta».

Hicimos dos paradas, la primera fue en BAHÍA LAPATAIA, donde como curiosidad finaliza la Ruta Nacional Nº 3; una vía que es una continuación de la Carretera Panamericana, que se extiende hasta Alaska.














La segunda creo que fue el LAGO ACIGAMI, un lago glaciar que está dividido entre Argentina y Chile (la mayor parte pertenece a Chile); por aquí dimos un corto paseo.









Alrededor de la 1 del mediodía nos fuimos del Parque Nacional hacía Ushuaia, en el puerto recogimos los tickets y ya nos despedimos de Florencia y Lucho.

Fuimos a comer a un lugar que nos recomendó Florencia, y que estaba a poco más de 5 minutos andando, Ramos Generales. El Almacén, la decoración del lugar es bastante curiosa y entretenida, pedimos para compartir unas empanadas y una tabla de fiambres, y de platos sopa, goulash, lentejas, hamburguesa, pizza y conejo; la comida, junto con las bebidas y un postre (una creme brulée, que nos recomendaron y que estaba espectacular) costó 27.450 $ (salimos a cerca de 16 €), fue una de las más caras del viaje, pero es un lugar curioso y la comida estaba muy rica.













Sobre las 2’30 llegamos al puerto y la gente ya estaba embarcado, a las 3 comenzaba el crucero llamado NAVEGACIÓN DEL BEAGLE; el tiempo estaba algo nublado, esperábamos que no fuera a más y se nos estropeara la tarde. Durante el viaje se hacen cuatro paradas, pero solo se baja en una. El crucero dura alrededor de 2’30 horas.



El Canal Beagle fue bautizado así por el Capitán Fitz Roy en honor al nombre del barco que comandaba, el HMS Beagle, durante el famoso viaje de Charles Darwin alrededor del mundo. Este canal es un estrecho paso entre los océanos Pacifico y Atlántico en el extremo sur del continente sudamericano, a sólo 1.000 kilómetros de la Antártida. Se extiende aproximadamente 240 kilómetros a lo largo de la costa sur de la isla Grande de Tierra del Fuego.

Bajamos en la parada de la ISLA BRIDGES, y que frío hacía aquí, soplaba viento y la sensación térmica era bastante fría, la parada fue corta, pero tampoco apetecía estar mucho más allí.






Luego vimos la ISLA DE LOS PÁJAROS donde vimos cormoranes (roqueros e imperiales), que parecen pingüinos por el pelaje, pero claro estos vuelan. Y la ISLA DE LOS LOBOS, donde vimos lobos marinos. El catamarán está bastante tiempo parado y te da de sobra para verlo bien, da la vuelta completa a las islas.







Y la última parada fue el FARO LES ECLAIREURS (traducido significa “los iluminadores” o “los exploradores”), que entró en funcionamiento en 1920, en la actualidad sigue funcionando de forma automática controlado a distancia. Está considerado como el “El faro del fin del mundo”, pero esto no es correcto, ya que el faro que inspiró al escritor francés Julio Verne para su libro "Le phare du bout du monde" publicado en 1905, fue el del Cabo San Juan de Salvamento construido en 1884, que también está en Tierra del Fuego. Sea o no el Faro Les Eclaireurs, el del fin del mundo, es la imagen de Ushuaia, y para mí personalmente que me gustan mucho los faros, uno de los momentos especiales del viaje.







Aquí nos compramos el pack de fotos que ofrecían, compramos una impresa por unidad familiar, y también el acceso digital a las fotos (vía Google Drive), las cuatro fotos impresas y el acceso nos costó 9.500 $.





Al llegar al puerto hacía viento y estaba nevando, fuimos a refugiarnos a una tienda a comprar los últimos regalitos, y luego a tomar algo, mientras escribimos unas postales para enviar a casa, que luego echamos al buzón (tardaron en llegar cerca de 20 días).

Mientras estuvimos tomando algo había dejado de nevar y tampoco hacía aire, así que parte del grupo volvimos a la zona del CARTEL DE USHUAIA, a ver una panorámica del pueblo y otra vez el cartel; hoy ya era prácticamente de noche.



Luego regresamos al centro y cogimos un taxi (510 $), a la llegada al hotel estaba con una ligera capa de nieve, muy bonito; como está bastante alto, allí había nevado más.


Una vez en el hotel hicimos la maleta en un momento y bajamos a tomar una cerveza. A las 9’30 por tercer día habíamos reservado en el Bartolomé Restó, pedimos pollo, bife y milanesa, que junto las bebidas nos costó 17.300 $ (salimos a 10 € por persona), todo muy rico. La verdad que al principio no nos hacía gracia que el hotel estuviera lejos del pueblo y necesitaras taxi para moverte, sobre todo para ir a cenar, pero al final, da igual, el restaurante está muy bien.

A las 11 y algo a dormir, nos despedíamos de Tierra de Fuego, que nos había encantado, para ir a otra zona que también nos apetecía mucho, los glaciares.

 

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